La división norteamericana de Honda creó el monstruoso CR-V Hybrid Racer, que por fuera es un SUV mediano CR-V con accesorios que le dan un look bastante deportivo y en su interior esconde a un carro de carreras. El vehículo fue desarrollado, principalmente, para probar el motor híbrido que usarán en 2024 varios equipos en el campeonato de IndyCar.

Honda es actualmente uno de los 2 proveedores de motores -además de Chevrolet- de la categoría de automovilismo deportivo más importante de Estados Unidos, la IndyCar, considerada la Fórmula 1 norteamericana. Para esta temporada 2023, es partner de los equipos Andretti Autosport, Chip Ganassi Racing, Dale Coyne Racing, Meyer Shank Racing y Rahal Letterman Lanigan Racing, a los que provee el motor V6 de 2,2 litros biturbo con una potencia estimada de 730 hp. Para la temporada 2024, la categoría estrenará un nuevo motor híbrido, que será prácticamente el mismo de la temporada actual, pero complementado con una unidad de potencia eléctrica desarrollada por Mahle y que debería elevar la potencia a unos 900 hp.

El nuevo propulsor que está probando la marca japonesa en el CR-V Hybrid Racer cuenta con una tecnología en la que el piloto activa manualmente el motor eléctrico para dar un impulso extra al carro, similar al sistema push to pass que usan hoy los carros de IndyCar y que inyecta potencia adicional al motor para adelantar o evitar ser adelantado.

El laboratorio rodante CR-V Hybrid Racer está construido sobre un chasis tubular al que le han puesto la carrocería de un CR-V encima y agregado elementos aerodinámicos bastante notorios, como el enorme alerón y el difusor posterior que lo hacen ver como un carro de las carreras de Pikes Peak. El motor va ubicado en la parte posterior y por dentro, lejos de tener algún elemento de confort que ofrece un CR-V convencional, es un carro de carreras sin ningún accesorio de lujo ni entretenimiento.